El verdadero reto de remodelar la Plaza San Jacinto dentro de San Ángel en la capital mexicana, es adaptar las cambiantes necesidades y reglas de la sociedad sin que el espacio pierda sus elementos históricos. El arquitecto Alejandro de la Vega Zulueta asume esta responsabilidad, logrando dar como resultado una plaza moderna, sin perder la antigua esencia colonial.

Las plazas en la metrópoli a lo largo de la historia, han actuado como centros de encuentro que terminan siendo los núcleos palpitantes de las ciudades. Estos centros culturales han cumplido diversas funciones dentro de la comunidad, evolucionando y reflejando junto a la gente que las ocupa, la realidad cultural del presente, sin dejar de lado los vestigios del pasado.

Desde la concepción del diseño de la plaza, cada comunidad plasma su propia percepción arquitectónica, para así poder desempeñar las actividades necesarias dentro de su perímetro. El espacio abierto que crean las plazas ha sido de vital importancia para la sociedad urbana, porque muchas veces, este espacio propicia actividades religiosas, sociales y comerciales, que a lo largo del tiempo se impregnan en cada esquina, y fomentan la cultura a través de su arquitectura.

El rescate y reactivación de lugares históricos siempre ha sido un cuidadoso acto de balance entre la conservación y la remodelación, entre conservar y crear. Inevitablemente al rediseñar las plazas se corre el riesgo de borrar la esencia de todo el contexto que llevan entre sus fuentes, bancas y áreas verdes.
El arquitecto Alejandro de la Vega Zulueta intenta conservar el glamour histórico de la Plaza San Jacinto ubicada en el corazón de San Ángel, CDMX. Su trabajo comienza con una extensa investigación, bajo el apoyo del INAH. La plaza deja sus raíces hasta el siglo XVI, y lo único que sobrevive de ese periodo es la traza.

Para la renovación de la plaza se intentó conservar la traza y sus fuentes de cantera, que fueron traídas de otros lugares de la ciudad. Respetando estos elementos básicos, el arquitecto procedió a buscar que el proyecto girara alrededor de la función social que ejerce la plaza en la comunidad, una función comercial y artística, sin embargo, como cualquier remodelación de un espacio público, los nuevos planes para la plaza también incluyeron elementos contemporáneos, así agregándoles una página más a la historia de este lugar.

Uno de los atractivos más populares de la Plaza San jacinto es su mercado de artesanías y el Jardín del Arte, por lo que era importante darles protagonismo a los procesos de producción manuales y artísticos que ocurrían dentro del lugar. El diseño de la nueva reja de protección de las áreas verdes, se comenzó generando el patrón que se iba a utilizar, y después se cortó con láser y nitrógeno dejando placas de acero que más adelante fueron soldadas por robots, así garantizando su precisión y calidad, posteriormente se les dio un acabado de pintura electrostática (material que asegurará su larga duración). Otro gran ejemplo es el proceso manual usado para machetear la textura del piso, presente a lo largo de todo el recinto, tajando así sus formas, y más adelante realizando la colocación de las piedras rajuela que compensan los ángulos y ajustes de los acabados del recinto.


Aunque estos dos elementos le brindan fuerza al proyecto de renovación, es el respeto al carácter público lo que le brinda valor a la obra. Ya que a lo largo de la historia las plazas públicas han sido espacios dónde se viven las costumbres y tradiciones del pópulo. En la actualidad, podemos mencionar a los trabajadores que llegan todos los días a ofrecer sus servicios en la banqueta frente a la calle Madero y a los comerciantes que instalan sus puestos el fin de semana; un proyecto que los excluyera no tendría sentido. Esta inclusión también se tuvo en mente al instalar rampas de acceso universal y un diseño de adoquín que indica los cambios de sección y la proximidad al límite de la banqueta para los invidentes.
Respondiendo a la pregunta de si ¿es una nueva plaza o es la misma de siempre?, la respuesta es no, no es la misma de siempre, pero sigue siendo la Plaza San Jacinto, corazón de San Ángel, dónde sus residentes salen a disfrutar de un paseo y los artesanos siguen acudiendo para darle vida a este espacio tan importante en las urbes.
